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Por Ruth de los Santos, bibliotecaria escolar y librera especializada en literatura infantil y juvenil.

La importancia que tiene la lectura es prácticamente indiscutible. Y si estás leyendo esto, seguramente estés de acuerdo con esa afirmación.

Durante más de dos décadas, el equipo de investigación del psicólogo Mark Taylor, de la Universidad de Oxford, analizó los hábitos cotidianos de casi 20.000 jóvenes. Ninguna actividad practicada fuera de la escuela demostró una influencia tan poderosa sobre el futuro como leer por placer. Por eso, el número de libros que posee la familia mantiene una correlación positiva con el rendimiento escolar de un niño.

Crear el hábito de contar historias

Perfecto pero ¿cómo conseguimos que nuestros hijos lean por placer? Y ahí radica el quid de la cuestión y el tema del que voy a escribir, no con fórmulas seguras para conseguirlo pero sí con ideas para hacer que la lectura esté presente en nuestras vidas en familia.

Como librera, a veces me han preguntado futuras mamás o mamás con bebés recién nacidos, qué cuándo se puede empezar a leer a los bebés. Mi respuesta, y coincide con muchas otras especialistas en literatura infantil, es desde el minuto que sientes que quieres leerle o cantarle algo a tu hijo o futuro hijo, compartir una nana, una retahíla… así empezamos a contar historias, que nunca debemos dejar de contar.

El momento del cuento, una rutina diaria

Desde que nuestros hijos son pequeños es importante disfrutar juntos de momentos de lectura. Lo mejor: convertir el momento del cuento en una de las rutinas del día que no debe faltar, casi tan importante como lavarse los dientes antes de dormir. Y que jamás deberá ser asociado a un correctivo: a pesar del enfado no se debe quitar la hora del cuento (igual que no lo será castigar con leer).

Las asociaciones positivas de leer por placer no se replican en ninguna otra actividad extracurricular, independientemente de nuestras expectativas.

Mark Taylor

Asociarlo así a momentos del día, nos ayudará a que se convierta en una “necesidad” para las dos partes. Buscar un espacio cómodo, con libros al alcance de sus manos… y encontrar momentos del día para conectar a través de la lectura. Al principio de cartoné, duros y resistentes o de tela, serán los ideales para que ellos puedan sentir los libros en sus manos, aunque no lean aún. Ahora hay mil ideas para crear rincones de lectura ideales para ellos.

En un rincón, en el baño, libros por todas partes

Debe normalizarse la lectura en casa, y seamos nosotros lectores o no, brindarles a los pequeños de la casa esa oportunidad es fundamental: libros por todas partes.

Más allá del rincón de lectura podemos por ejemplo: tener libros en el baño para acompañar el momento “trono”; cuando sean algo mayorcitos, podemos proponerles durante el desayuno leer un ratito algún libro de conocimiento (un mito nórdico, la explicación de un cuadro de un libro de arte para niños, descubrir animales raros de una enciclopedia…); incluso si están ya en fase “no quiero leer nada”, propón un libro-juego, por ejemplo de buscar, que siempre son un acierto y aseguran horas de juego o “leer” una receta para hacer juntos la merienda.

Y lo más importante: aunque crezcan, aunque ya sepan leer… nunca dejes de leerles. La lectura en voz alta es una maravilla que no deberíamos dejar de hacer ni cuando nuestros hijos son mayores, porque el compartir ese tiempo y ese espacio será lo que asocien con que la lectura sea siempre un placer.