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Hoy en día existe toda una industria en torno a los bebés. Existen juguetes, objetos, accesorios variados y conviene preguntarse si realmente todo lo que se ofrece en el mercado es necesario para el bebé.

Menos es más

La respuesta la descubrí a través de una educadora llamada Magda Gerber que llevó a EE.UU las ideas de Emmi Pikler. Trabajó con ella y vivenció junto con los niños y niñas del orfanato el trabajo que se llevaba a cabo allí, impregnándose de esa pedagogía.  Su frase “menos es más” en torno al niño nos dice: cuanto más sencillo sea el objeto-juguete que ofrezcamos, más acciones realizará el niño con él, o cuanto menos definido esté (como los materiales no estructurados), más usos le dará el niño a lo largo de su desarrollo.

Cuantas más experiencias adquiera el bebé con el objeto, desarrollará mayor capacidad de exploración, lo que va a ayudarle a construir su inteligencia. Para Piaget, el desarrollo cognitivo se articula mediante juegos de experimentación, muchas veces involuntarios desde el inicio, es decir, desde bebé,  donde lo involuntario se convierte en voluntario y se van creando acciones cada vez más complejas a medida que avanza el desarrollo.

Es importante conocer que esta simpleza en los objetos es sobre todo muy beneficiosa cuando son bebés, ya que, en esta primera etapa manipulan y experimentan con los objetos que les ofrecemos y van conociendo sus propiedades a través de la boca, que es su órgano sensorial, a través del cual perciben sus características.

Exploración y manipulación

El bebé  descubre con la mirada los objetos, después los toca y va iniciándose en el desarrollo de la manipulación. Cuando empieza a agarrarlos su juego se basa en la exploración.

Para un bebé que inicia la actividad de manipulación de los objetos, es recomendable disponer de un espacio preparado, donde esté tumbado apoyando su espalda en el suelo sobre una mantita o toalla, con ropa cómoda que le permita realizar movimientos sin dificultad y con la presencia del adulto que le proporciona seguridad afectiva.

A la hora de ofrecer un objeto hay que tener en cuenta que tienen una serie de propiedades como son; el tamaño, la forma, la textura, el peso, el material y la variedad.

Todo esto es importante para considerar qué ofrecer a un bebé. Los objetos han de ser simples, de forma pequeña y liviana, para que el bebé pueda tocar y  pueda coger por sí mismo, permitiéndole así desplegar su capacidad.

Cuando se inicia en esta actividad de manipulación, sobre los 4 meses, el bebé  no controla los movimientos de sus brazos ni de sus manos, empezará a mirar los objetos que le pongamos próximos. Se recomienda ponerlos alrededor de la cabeza, que estén cerca. El bebé  los mirará, los tocará y más adelante empezará a abrir y estirar sus manos para cogerlos. Todo el proceso que lleva a cabo el bebé para coger un objeto requiere tiempo, tiene que aprender a controlar sus movimientos cada vez más precisos desde el hombro hasta los dedos, pero el hecho de alcanzar con la mano un objeto, es todo un logro, de ahí que lo repita cada vez más y vaya adquiriendo el control de su acción y de las partes de su brazo.

Además, en esta etapa los objetos han de ser “pasivos”, que no tengan luces, sonidos o que estén atados en algún mecanismo que le impida cogerlos.  Esta pasividad de los objetos hará que el bebé se convierta en ser activo, que quiera tocar, coger o manipular desde sí mismo, integrando a su vez acciones nuevas y competencia propia.

El primer objeto recomendado para el bebé es un pañuelo o un trozo de tela pequeño. La tela, es un material que resulta sencillo de tocar, mover, coger, y con el cual podrán realizan muchísimas acciones y descubrimientos.

Otros objetos a partir de esta edad son los elementos realizados a crochet, objetos suaves tipo sonajero y objetos de agarre (anillas, mordedores).  Más adelante, cuando haya adquirido la destreza para coger objetos, podemos ofrecer además boles de diferentes materiales.

Lo importante es que el objeto sea pequeño y liviano para que pueda cogerlo por sí mismo, lo que va a afianzar los movimientos y acciones corporales del bebé.

A medida que va desarrollando sus movimientos y va precisando la acción de coger el objeto podemos ir ofreciendo algún elemento más (no más de cinco) y dejarlos alrededor de su cuerpo, a la altura de la cabeza, más arriba o más abajo.

Veremos que va definiendo sus movimientos hacia los lados para más adelante girar y ponerse boca abajo, dando lugar al volteo. Las acciones motoras se desarrollan en el proceso de acción de cada niño dando lugar a rodar, a reptar e iniciarse en el desplazamiento.

Con el desplazamiento, más variedad de objetos

Una vez que el bebé se desplace habrá más variedad de objetos, estos pueden ser también los mismos que al principio, pues la acción que realice con ellos seguramente será diferente y experimentará de otra manera con el objeto, brindándole otros usos. No es conveniente ofrecer muchos elementos a la vez, es importante colocar poca cantidad que tenga variedad en la materia o forma.

Podemos ampliar la diversidad de objetos con libros de tela, elementos sueltos de apilables, muñecos suaves de algodón, materiales de madera y de silicona, y cuando comience a reptar y desplazarse ofrecer además pelotas o rodari, objetos que se mueven y puede dirigirse hacia ellos afianzando su movimiento boca abajo.

El desplazamiento es toda una conquista, por lo que el bebé irá adquiriendo más soltura, hasta llegar al gateo y la posición sentado. Es aquí cuando comience a manipular dos objetos, uno en cada mano, y podemos ofrecerle materiales que sirvan para introducir uno en otro, desde apilables, vasos, pelotas pequeñas o cuencos.  Asimismo, descubrirán nuevas formas de hacer con los tentetiesos o coches que pueden arrastrar.

A partir del gateo, el desplazamiento es más rápido y posteriormente se irá iniciando en la verticalidad. Además de objetos, a partir de este momento podemos ofrecer al niño elementos relacionados con la motricidad gruesa, como una simple caja de cartón o un barreño, lo que hará que se meta dentro y salga, o le sirva para meter y sacar objetos, todo un despliegue de acciones que cada niño realizará de manera diferente.

Quiero acabar destacando que el desarrollo de la prensión, de la manipulación y de la exploración que el niño hace de un objeto va unido a su desarrollo motor. Las investigaciones de Emmi Pikler nos dicen que si un bebé está en una postura segura, que ha adquirido por sí mismo, las acciones de manipulación y exploración facilitarán la concentración con el objeto.

Estas posturas que el bebé desarrolla por sí mismo evolucionan si siente la estabilidad afectiva a través de un vínculo seguro que le brinda su figura de referencia.